Diseñar funcionalidades, definir una arquitectura, crear una marca o preparar un pitch… Desarrollar un producto digital, incluso en un entorno reducido como un side project, implica una visión global que conecta múltiples disciplinas.
En la última edición de las SII Tech Talks, nuestro compañero Aleix Riba, tech lead en SII Group Spain, compartió una experiencia que va mucho más allá de una anécdota personal: una guía práctica de cómo construir un producto digital desde cero, tocando todas las áreas clave del proceso. Lejos de centrarse en el proyecto en sí, la charla puso el foco en el camino, las decisiones, los aprendizajes y los desafíos técnicos y estratégicos que cualquier equipo puede encontrar al construir una solución digital.

Este artículo recoge y resume ese enfoque, que sirve como modelo aplicable para proyectos de innovación tanto personales como profesionales.
1. Pensar como producto: priorizar, simplificar, enfocar
El primer paso en cualquier desarrollo digital no es escribir código, sino definir qué problema estamos resolviendo. ¿Qué funcionalidades tienen sentido? ¿Cómo priorizarlas? ¿Qué forma tendrá el roadmap?
La mentalidad de producto implica tomar decisiones con impacto: qué construir primero, qué no construir aún y cómo validar si vamos por el camino correcto. Aquí entran conceptos clave como la propuesta de valor, la definición de un MVP (Producto Mínimo Viable) y la alineación con necesidades reales del usuario.
2. Diseño con propósito: UX/UI al servicio de la funcionalidad
Una vez tenemos claras las funcionalidades, pasamos a darles forma. El diseño no se limita a lo estético: es una herramienta de comunicación y usabilidad.
A través de wireframes y prototipos, podemos visualizar cómo será la experiencia del usuario antes de implementarla. La clave está en combinar fluidez visual con eficiencia funcional, garantizando que el producto no solo sea atractivo, sino intuitivo y usable desde el primer clic.
3. Desarrollo: arquitectura, calidad y evolución
Con la base conceptual clara, llega el momento del desarrollo. Aquí se enfrentan retos como:
- Elegir la arquitectura adecuada para escalar o mantener fácilmente.
- Escribir código mantenible y testeado, evitando la tentación del “vale con que funcione”.
- Optimizar el rendimiento, especialmente si el producto crece.
Este punto exige visión técnica pero también pragmatismo: lo importante no es aplicar la tecnología más nueva, sino la más adecuada al contexto.
4. Visibilidad y marketing: cómo contar el proyecto
Aunque suela quedar en segundo plano, saber comunicar lo que se ha creado es parte fundamental del ciclo de vida de un producto. No se trata de campañas complejas, sino de entender cómo posicionar el producto: ¿Cómo lo explicamos en una demo? ¿Qué tono usamos al presentarlo? ¿Qué canales tiene sentido explorar?
Saber contar la historia técnica y funcional del producto puede marcar la diferencia entre el uso y el olvido.
5. Viabilidad de negocio: pensar en sostenibilidad
Aunque no todos los productos tienen un modelo comercial detrás, valorar la viabilidad es un buen ejercicio. ¿Tiene sentido mantenerlo en el tiempo? ¿Cuáles serían sus costes? ¿Genera algún tipo de retorno?
Integrar esta visión ayuda a desarrollar una mentalidad de producto completa, muy valiosa incluso en contextos puramente técnicos.
6. Estrategia: tomar decisiones y saber pivotar
Por último, todo proceso de construcción necesita una brújula: una visión, unos objetivos y una estrategia clara. Esto incluye: Saber cuándo pivotar, identificar errores a tiempo y tomar decisiones de rumbo alineadas con lo que se va aprendiendo.
Aquí entran en juego principios como el modelo lean (crear, medir, aprender) y la validación continua. Desarrollar sin estrategia es construir a ciegas.